En Un paraíso en el infierno, Rebecca Solnit analiza los movimientos de solidaridad que surgen en medio de la adversidad y el dolor. Este ensayo, que ha publicado recientemente Capitán Swing, viene a decir que ante la más devastadora de las catástrofes, ante situaciones donde parece que prevalece el desaliento y la sinrazón, emergen una y otra vez comunidades extraordinarias que tejen redes de ayuda, valor y alegría para sobreponerse a la calamidad.

Somos Acogida es una de esas comunidades. La catástrofe que diariamente combate no es un terremoto ni un huracán sino la situación de permanente desamparo de los menores no acompañados que se alojan en el centro de primera acogida Hortaleza y la residencia infantil Isabel Clara Eugenia. Hablar de hacinamiento, de escasez de recursos, de odio y de violencia institucional no añadiría nada nuevo al relato mil veces contado de estos menores, cuya exposición mediática ha sobrepasado ya todos los niveles de la decencia partidista, periodística y social.

El relato que Somos Acogida quiere contarnos hoy es otro muy distinto. Su historia comienza con una tarde en la que, paseando por el vecindario, un grupo de vecinas y vecinos conocieron a algunos de los chicos del centro, entablaron lazos de afecto con ellos y sus vidas cambiaron para siempre. Así nació esta asociación, que ellos mismos definen como “una organización sin ánimo de lucro, que nace con el objetivo fundamental de facilitar la integración de todos aquellos jóvenes que llegan a nuestro país en busca de un futuro mejor”.

"He sido muy activista, he participado en muchas reivindicaciones, pero esto es lo más bonito que he hecho en mi vida", afirma Emilia Lozano, presidenta de Somos Acogida

Emilia Lozano es su presidenta y una veterana activista del distrito. Luce cabellos grises y unos ojos azules llenos de inteligencia y de una determinación abrumadora que explica su larga trayectoria en muchas de las conquistas vecinales que hoy disfrutamos. “He sido muy activista, he participado en muchas reivindicaciones, pero esto es lo más bonito que he hecho en mi vida”, exclama sin vacilar.

“En un principio, nos implicamos con la plataforma vecinal Hortaleza por la convivencia, pero pronto nos dimos cuenta de que estos niños y niñas necesitaban mucho más. Necesitan cariño, familias, personas que los miren a los ojos, el calor de un hogar”. A su lado, Luis, secretario, y Olga, vicepresidenta afirman con la cabeza. Como cada jueves, se han reunido en las instalaciones del Espacio Pegaso, que les cede altruistamente sus instalaciones. “Todos los martes y jueves por la tarde ofrecemos talleres a los chavales”, continúa explicando Emilia, “Ahora mismo, acuden al espacio unos 25 chicos y tenemos seis voluntarios que imparten clases de castellano, habilidades sociales e informática. A partir de Navidad, queremos poner en marcha talleres de pintura, de guitarra y de inglés”.

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Clases de castellano de Somos Acogida en el Espacio Pegaso. SANDRA BLANCO

FAMILIAS DE ACOGIDA

La formación es una de las líneas de actuación del proyecto, pero hay muchas más. La más urgente es actualmente la creación de una red de familias de acogida de emergencia. En el momento en el que estos chavales alcanzan la mayoría de edad, la protección de la administración pública desaparece.

El número de plazas y recursos habitacionales para los extutelados es escasísimo y una vez cumplidos los 18 años, la mayoría de ellos se vean abocados a la exclusión social. Emilia insiste en la importancia de contar con familias para evitar que estos jóvenes terminen en la calle: “Ahora mismo, hay un chico al que le estamos pagando un hostal; otro se ha quedado hace nada sin albergue y está en la calle. En solo unos pocos días, cuatro jóvenes se han enganchado al disolvente porque es lo único que alivia su hambre y su tristeza. Necesitamos la ayuda de la administración y también la de nuestros vecinos para evitar que este drama continúe”.

Una vez cumplidos los 18 años, la mayoría de los menores de los centros de acogida se ven abocados a la exclusión social

Otra de las áreas de actuación de Somos Acogida consiste en lo que denominan acompañamiento y familias de referencia. Buscan familias que acojan a estos chicos para actividades ocasionales, que les acompañen en su proceso de integración y acceso al mercado laboral o educativo, y que vivan la realidad estos chicos y chicas, su necesidad de cariño y lo gratificante que resulta tenderles una mano.

Es jueves por la tarde y el Espacio Pegaso bulle de actividad. Voluntarias como Yoli o Marian supervisan el trabajo de una docena de chicos que aprenden castellano. Al terminar las clases, todos se reúnen en torno a un chaval de ojos despiertos y brillantes.

Se llama D., es de Guinea Conakri y este día cumple 17 años. Alguien trae una tarta y el grupo entona el cumpleaños feliz entre risas y bailes. D. sopla las velas y cierra los ojos para pedir un deseo. No lo dice en alto, pero, de alguna forma, todos quienes estamos allí intuimos que una pequeña parte de ese deseo ya se ha cumplido.

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Uno de los jóvenes realiza tareas durante las clases de castellano. SANDRA BLANCO

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