Sonó el teléfono cuando estaba a punto de salir de casa. Miró la pantalla y no conocía el número. Por un momento dudó en cogerlo, hasta que finalmente accionó el botón verde y saludó. “Hola, ¿eres Natalia Elipe?, le preguntaron. Respondió afirmativamente y entonces la persona que llamaba se identificó y le contó algo muy importante. “Soy Carmen, de la Comisión de la Verdad de San Sebastián de los Reyes, los que promovimos la exhumación de la fosa donde estaba tu abuelo. Y te llamo para decirte que lo hemos identificado genéticamente, ha sido el primero de los 77 exhumados en dar positivo en una prueba de ADN”. Una prueba que se tuvo que repetir hasta en tres ocasiones.

Natalia contuvo la emoción y esperó a hacer unos recados para decírselo con tranquilidad a su padre, Florencio. Este hombre de 86 años se conmovió ante una noticia que ojalá —dijo— hubiera vivido su madre. Florita, la mujer de Florencio, también se emocionó al saber que ese suegro al que nunca conoció había sido recuperado de una fosa común y podría regresar a Hortaleza, a reposar en una tumba familiar.

Floren, como le conoce todo el mundo en el pueblo de Hortaleza, tenía apenas unos meses cuando su padre fue asesinado por las autoridades de la dictadura tras la Guerra Civil, el 13 de julio de 1939. Lo que sabe de su padre lo escuchó de boca de su madre, Carmen, una viuda que en la posguerra iba con su pequeño hasta Colmenar Viejo para depositar unas flores sobre la fosa común en la que había sido enterrado el cuerpo de su marido, envuelto en una sábana.

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Florencio Elipe frente al memorial del cementerio de Colmenar Viejo. DAVID F. SABADELL

HERMANOS FUSILADOS

El pasado verano Floren, acompañado por su mujer y por su hija, visitó las labores de exhumación que la Sociedad de Ciencias Aranzadi estaba llevando a cabo en el cementerio parroquial de Colmenar Viejo. Como si llevara una brújula en la memoria caminó entre los nichos hasta señalar el lugar en el que había sido enterrado su padre y le explicó a la antropóloga Almudena García Rubio todo lo que recordaba de las visitas al cementerio que hacía con su madre, donde dejaban unas flores en la fosa de padre, y otras en la fosa de Victoriano, su tío paterno, que fue alcalde socialista de Hortaleza y también acabó asesinado en Colmenar tras una farsa de juicio.

Meses después de aquella visita, el pasado 16 de mayo, Floren recibió de manos del secretario de Estado de Memoria Democrática, Fernando Martínez López, una caja que recogía los pocos objetos que se han conservado de su padre y que se rescataron junto a sus restos.

Días después del acto, Floren despliega su impresionante memoria para recordar la dura vida de su familia paterna: dos hermanos asesinados, Florencio y Victoriano, mientras otro, Alejandro, estuvo encarcelado y vivió desterrado después, sin poder pisar el suelo de Hortaleza, aunque acudía a escondidas a visitar a la familia. En ese momento de la conversación él y su mujer hablan de una carta que el tío Victoriano escribió en la cárcel y escondió cuidadosamente en la ropa de Floren, cuando era un bebé, durante una visita familiar. A Victoriano le fusilaron dos meses después que a su hermano, el 9 de septiembre de 1939.

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Florencio Elipe Sánchez y su mujer, Carmen López, el día de su boda.

LA JUSTICIA DE FRANCO

La misiva la guardó durante años la madre de Floren en una pequeña caja de una joyería, porque se trata de un tesoro familiar. En ella Vitoriano pregunta por el cadáver de su hermano y por el de un buen amigo. Añade que siente que le deberían haber fusilado junto a ellos. Habla de las duras condiciones del presidio, de que llevan cuatro días sin agua y de la tortura que supone tenerlo dos o tres meses detenido sabiendo que finalmente lo van a asesinar y que a ese crimen lo llamarán “la justicia de Franco”. Les pide que intenten salvar a su hermano Alejandro, que todavía están a tiempo. Manda besos a toda la familia, les pide que sean felices y tengan “en la vida más suerte que nosotros”.

Floren recuerda las veces que lloraba con su madre leyéndola, sujetando el frágil y fino papel en el que estaba escrita, para que fuera más fácil de esconder esquivando los controles de los guardias.

La familia no sabe exactamente en qué fecha recibirá los restos para poder darles sepultura en el cementerio de Hortaleza. Seguro que no falta mucho tiempo. Ese día debería convertirse en un homenaje a Florencio Elipe Sánchez y, por extensión, a todos los hombres y mujeres que trataron de evitar que este país viviera una terrible dictadura y pagaron un precio terrible por ese gran ejercicio de dignidad. Algo que deberíamos agradecer todas las personas que por haber vivido en democracia hemos tenido “más suerte que ellos”.

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A la izquierda, una fotografía de los padres de Floren el día de su boda. En el centro, la carta que escribió su tío Victoriano mientras aguardaba su ejecución. A la derecha, algunos objetos recuperados junto al esqueleto de su padre.

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