El joven matemático abre la puerta de su casa y se presenta con una imagen que uno no espera de un amante de la trigonometría y el cálculo, pelo largo, flanqueado por su batería eléctrica y un gato que observa con curiosidad. Manuel Eymar, de 17 años, asegura que aquella asignatura que para muchos puede ser un dolor de cabeza para él es una afición: “Me cojo un PDF de problemas de otros años y me lo voy mirando”.

Su lado más creativo siempre lo ha acompañado, la música forma parte de su vida: “Toco la guitarra española, ukelele, batería y alguna cosa más”. Cuando estaba en quinto de Primaria en el colegio público Pablo Picasso, la curiosidad de entender cómo funcionaba un avión de papel lo llevó a coger un libro de cálculo de su padre, un químico dedicado a la enseñanza, que Manuel asegura que “tampoco es tan de ciencias”.

“A mí siempre me ha gustado ponerme a prueba y superarme a mí mismo”, alude sobre su motivación para llegar adonde está. Proponerse estos objetivos es una manera de sacar lo mejor de sí mismo, de sentir que aprovecha el tiempo, admite. Como para muchos, el confinamiento durante la pandemia de la covid-19 le sirvió para descubrir en profundidad este mundo. Sin duda, el hortalino es ambicioso: “Vi un problema de matemáticas de la Olimpiada Internacional y pensé: ‘¡Pues parece un buen objetivo!’”.

“A mí siempre me ha gustado ponerme a prueba y superarme a mí mismo”

Cuando habla sobre la presión que siente, comenta que solo tiene la que se impone él, pues todo es un juego y, si no salen las cosas, tampoco pasa nada. Aun así, admite que, cuando se sienta en el pupitre, en un pabellón con otras 300 alumnas y alumnos, sin nada más que un boli, la presión aumenta: “De repente, te pones nervioso, entras en pánico”.

Para llegar hasta aquí, ha pasado ya unas cuantas pruebas con buena nota, la primera de las fases es la del distrito, de ahí se da el salto directo a la categoría nacional. El joven destacó en esta última, pues obtuvo la nota más alta del año. Junto con otros cinco españoles, representará al país en la última fase, la internacional, que se celebra a partir del 10 de julio en el Reino Unido y cuyo principal objetivo es promover el estudio de estas ciencias y potenciar el talento.

A día de hoy, Manuel Eymar acaba sus estudios fuera de Hortaleza, pues “no hay opción para estudiar el Bachillerato Internacional en el barrio”, que para él fue un factor muy importante a la hora de dar el salto al instituto. Su futuro se enfoca, como no podría ser de otra forma, en las matemáticas puras, la duda, admite, es si estudiarlas solas o en doble grado con otra licenciatura. Concluye diciendo que siente que “es una buena forma” de desarrollarse y ponerse a prueba.

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