La empresa Ingesport, promotora del gimnasio que los Padres Paúles quieren levantar en la centenaria plaza de la Iglesia de Hortaleza, defiende que su proyecto es “respetuoso” y tiene una “altísima sensibilidad” con el patrimonio del antiguo pueblo, aunque contempla el derribo de casi una decena de edificios del casco histórico y la construcción de un aparcamiento subterráneo.

Solo se salvará la denominada Casa de los Curas, que goza de protección, y una bodega, según la compañía propietaria de la cadena de gimnasios Go Fit, que desdeña el valor de los dos edificios con más de 150 años de antigüedad que fueron desprotegidos en 2015 para desatascar este plan urbanístico, aprobado un año después por Ahora Madrid y Partido Popular.

“Esos edificios están totalmente destruidos, son dos mierdas de edificios. Son edificios sin ningún valor que son dos cuadras, donde estaba el ganado”, afirma el adjunto a la presidencia de Ingesport, Alfonso Arroyo, en conversación telefónica con Hortaleza Periódico Vecinal, aunque después intenta recular.

“Lo que he dicho es que hay algún edificio que tiene algún valor desde el punto de vista del patrimonio, y luego hay dos cuadras que se hicieron de manera complementaria y que no tienen valor desde el punto de vista arquitectónico y patrimonial”, apostilla sobre los dos edificios situados en paralelo a la iglesia de San Matías anteriores a 1870 según la documentación de los propios Paúles, que siguen en pie sin aparentes signos de deterioro y albergaban actividad parroquial hasta hace apenas un par de años.

Gimnasio casco antiguo

Proyección de la superficie que ocupará el gimnasio de los Paúles e Ingesport en el casco antiguo de Hortaleza.

Arroyo confirma que Ingesport ya ha presentado a la Dirección General de Patrimonio de la Comunidad de Madrid un proyecto de gimnasio de califica como “emblemático”. “Vamos a conservar mucho mejor la zona de la plaza que como está ahora”, proclama, insistiendo en que el centro deportivo privado será “un espacio de máxima sensibilidad con el barrio”.

“Tenemos la sensibilidad de hasta conservar el único árbol sano que hay”, añade Arroyo después de que su empresa talase en febrero, con autorización del Ayuntamiento, casi un centenar de árboles en la parcela del gimnasio porque estaban “enfermos”.

“De verdad, honestamente, nos sentimos un poquito injustamente tratados porque no lo entendemos”, desliza aludiendo al rechazo vecinal que provoca el proyecto: en las últimas semanas más 2.500 personas han firmado contra su construcción. “El rechazo será de una parte de la población, con todos los respetos”, tercia el directivo de Ingesport, asegurando que la empresa no quiere “conflictos”. “He tenido que soportar algunos comentarios de algunas personas en las redes que, si fuera otro, ya estarían en el juzgado”, sentencia.

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